SARA BARAJAS - 2024
Mi experiencia como voluntaria ha sido una aprendizaje muy bonito. He estado en Casa Maín, un hogar de niñas situado en Santa Cruz de la Sierra. Ahí las hermanas que llevan el hogar me han acogido muy bien, siempre atentas a mis necesidades y muy inclusivas conmigo.
En relación a las niñas, pasaba la mayoría del día con ellas. Estuvimos haciendo una variedad de talleres, desde manualidades, hasta clases de refuerzo académico o lectura, donde ellas mostraban una gran curiosidad y deseo de aprender. No solo se trataba de ayudarles con sus tareas escolares, sino también de fomentar su creatividad animándolas a explorar sus propios intereses y talentos.
A lo largo del día, me encontraba ayudando con cualquier tarea que surgiera, ya fuera organizar juegos, ayudar con los oficios, o simplemente estar ahí para escuchar sus historias y preocupaciones. Cada niña, a su manera, mostraba una gran disposición para conocernosmejor,integrándonosensumundo.Poco apoco,fuiganandoconfianzay creando amistad con cada una de ellas, lo que hizo que la experiencia fuera aún más significativa.
Las niñas no solo me aceptaron, sino que me hicieron sentir como parte de su familia desde el primer momento. Me invitaban a participar en sus juegos, me pedían consejo en sus estudios, y compartían conmigo sus sueños y aspiraciones. Este nivel de integración me permitió vivir su día a día de una manera auténtica, comprendiendo sus alegrías, desafíos y la resiliencia que demuestran en cada momento. Gracias a ellas, sentí que Casa Maín se convirtió en mi hogar temporal y pude ver por un mes desde una perspectiva diferente.
Algo que me sorprendió durante mi voluntariado fue el aspecto religioso, que resultó ser más presente de lo que había anticipado. Las hermanas que dirigen el hogar, incorporaban la religión en cada aspecto de la vida diaria de este. Al principio fue un poco dificil ya que no es algo a lo que estubiera acostumbrada, pero las hermanas nos ayudaron a integrarnos y respetaron que nuestros conocimientos fueran mas limitados. Recomendaria informarse sobre las costumbres y la religión antes de llegar al hogar.
Lo más valioso que me llevo de esta experiencia es el cariño y la gratitud de las niñas y de las hermanas de Casa Maín. Su capacidad para acogerme y hacerme sentir parte de su familia me ha dejado una huella imborrable, lo que hizo que la despedida no fuera fácil. Este voluntariado no solo me permitió aportar un poco de mi, sino que me enseñó la importancia de la empatía y del amor incondicional. Sin duda, es una experiencia que recomendaría a cualquiera que quiera vivir una inmersión en la realidad de estas niñas y ser parte de su crecimiento y bienestar.