PABLO CASTILLA - 2024
Mi experiencia en el Hogar Don Bosco fue algo totalmente nuevo para mí, con una mezcla de impresiones positivas y desafíos. Desde el primer día, sobre todo al principio en la llegada nos sentimos muy observados ya que claramente éramos los “nuevos.
Me sentí bienvenido por todos los niños en general, abundaban las preguntas por cada lado. Sus sonrisas y la energía que aportaban todos los días con un buen ambiente, sobre todo al principio iba viendo como era cada niño y que era lo que buscaban ya que algunos querían cariño, otros simplemente querían saber de ti o incluso si llevabas caramelos o algo para darles.
Poder contribuir a la educación de los niños, ayudar con la tarea y liderar actividades diarias como ducharse y jugar fue gratificante y me dio un propósito. Sin embargo, no todo fue fácil Encontré dificultades importantes, especialmente en la organización de actividades del hogar, en el manejo de la disciplina y la satisfacción de las necesidades individuales de cada niño. En algunos casos es mejor mantener la calma y ver realmente de donde viene cada niño y como para ellos su día también se descontrola.
Esto me llevó a pensar en áreas que podrían mejorarse, como la necesidad de una formación continua del personal voluntario y un mejor apoyo psicológico para los niños o un tiempo de reunión entre voluntarios y educadores para planificar diferentes actividades que no sean siempre las repetitivas de cada día. Además, se podría ser más flexible con la posibilidad de rotar por algunos de los otros hogares pertenecientes a la organización, ya que puede sentirse demasiado rutinario en ocasiones. A pesar de estas dificultades, me quedo con las experiencias positivas. Los vínculos que establecí con los niños, las lecciones y esperanza que me enseñaron, y las amistades que hice con el resto del personal y los voluntarios son cosas que no se me van a olvidar
Como solución, se podría crear un sistema de seguimiento mediante encuestas rápidas y evaluación estructurada para medir la eficacia del trabajo voluntario y poder proporcionar un apoyo más individualizado a cada niño.
Al final, esta experiencia no solo me permitió contribuir a la comunidad, sino que también me cambió personalmente y me enseñó la importancia de la dedicación, la empatía y la adaptabilidad que una persona puede hacer en tan poco tiempo. Gracias a Cooperand a todas las contrapartes y el equipo que juntos pueden permitir ofrecer este tipo de experiencias y acciones que enriquecen tanto al voluntario, hogar, niños y planeta.