MARÍA BRINGUÉ - 2024
Siempre había tenido claro que, en algún momento de mi vida, quería adentrarme en la experiencia de un voluntariado internacional. Son muchos los miedos que tuve antes de subirme en ese avión, pero, sin duda, ha sido una de las mejores decisiones que he podido tomar.
Era la primera vez que salía por tanto tiempo fuera de mi zona de confort, con todo lo que ello implica: lejos de la gente que quieres, fuera de tu casa, de tus costumbres... Aunque a veces es muy difícil gestionarlo, poco a poco te vas dando cuenta que hay otras pequeñas cosas en tu día a día en Bolivia que te hacen coger fuerzas y continuar viviendo la experiencia lo más intensamente posible.
Laia y yo, fuimos las encargadas de dinamizar el Oratorio durante las vacaciones de invierno y, aunque al principio iban a ser dos semanas, acabaron siendo cuatro. Para nosotras, supuso un reto enorme, ya que era la primera vez que se llevaba a cabo este proyecto. Son muchas las horas que nos hemos pasado planificando para que los niños y niñas del barrio Plan 3000 tuvieran un espacio seguro en el que poder jugar y divertirse, puesto que no podemos olvidar que viven en contextos vulnerables. Son muchas las actividades que hemos desarrollado y, en muchas ocasiones, hemos podido ver como fuera de las horas de oratorio los niños y niñas jugaban a los juegos que les habíamos enseñado; qué satisfacción ver que todo el trabajo que hemos dedicado ha dado sus frutos. Además, me gustaría destacar el amor que estos/as te ofrecen desde el primer momento y las muestras de agradecimiento que te ayudan a cargar las pilas para seguir trabajando.
Después de 30 días dándolo todo sobre el terreno, estoy muy satisfecha con todo el trabajo realizado. Vuelvo a casa agotada, pero con el placer de poder decir que he dado todas mis energías para que, al menos en un mes, los niños y niñas tuvieran un sitio seguro en el que pasar sus vacaciones.
Para finalizar, me gustaría dar las gracias a todas aquellas personas que han hecho que mi experiencia a Bolivia haya sido tan bonita. Primero, darle las gracias a mi compañera en esta gran aventura, Laia (o Laya), que para mí ha supuesto un apoyo incondicional en momentos difíciles y hemos creado una amistad que estoy segura de que perdurará para siempre. También, darle las gracias al director de la escuela Renata Preto, Jose Luís, que nos ha brindado su apoyo y compañía en muchas ocasiones. Finalmente, agradecer a las hermanas que nos acogieron y cuidaron muchísimo durante nuestra estancia en Bolivia; sobre todo a nuestra mami Boliviana, la hermana Leonor.
¡Hasta pronto, Bolivia!