Mercè Godó

Formo parte de la cadena de padrinos de Cooperand desde 2017. En lo personal, lo que más me motivó a apadrinar a Sulma, una niña de 15 años fue poder personalizar a través de cartas, regalos y del viaje que realicé a Santa Cruz de la Sierra para compartir unos días con ella. 

Si bien es cierto que la presencia física es esencial para crear un vínculo afectivo personalizado, también es verdad que, con nuestras cartas y detalles podemos desarrollar un mundo simbólico con la intención de “despertar” esa llamita de Amor que habita en cada uno de nosotros. Así pues, siempre me ha gustado dedicarle un tiempo espacioso, tanto para expresarle mis sentimientos y mis vivencias enlazándolos con las suyos, así como en la selección de algunos regalos que fueran significativos como la preciosa muñequita de trapo sonriente con su nombre personalizado, o el cuento yo siempre te querré, que nos enseña el valor de cuidar y de manifestar nuestros sentimientos al otro, así como las mándalas de los perritos pues estos animales nos conectan con la naturaleza, con la ternura, con nuestra sensorialidad y son cercanos y sencillos. También he de decir que Sulma es tímida y sus cartas un poco lacónicas, pero eso no importa, pues si nosotros tomamos la iniciativa de construir esa reciprocidad emocional, le ofrecemos el regalo que quizás, en un futuro, también ella compartirá su mundo interior. 

Y finalmente el gran día llegó, pues decidí viajar a Santa Cruz de la Sierra para compartir unos días con ella. Antes, pero, desde mi casa había empezado a dedicarle un tiempo simbólico para ella: ¿Qué lugares serían hermosos para dialogar y escucharla?, ¿podríamos celebrar su cumpleaños con sus amiguitas anticipadamente en alguna cafetería? O conocer el instituto donde estudiaba..., o preguntarle directamente qué querría ella; es decir, ser partícipe de sus experiencias y así crear después un álbum vivencial donde ella pudiese mirarse desde un espejo distinto al de su pasado. Recuerdo perfectamente que, a los pocos días de irme, me miró emocionada y me dijo: Cuando se vaya, la voy a extrañar. A mí, estas palabras me despertaron sentimientos de alegría y de tristeza, y a su vez sentí Esperanza porque su llamita de Amor vulnerable se había atrevido a sentir, a dialogar y a compartir y podría ir expansionándose si otras personas le ofrecieran la oportunidad. 

Por eso, les invito a que apadrinen a una de estas niñas porque nos ofrecen un gran Regalo: Cuando damos también recibimos mucho de ellas; cuando vamos creando este mundo simbólico amoroso dedicado a cada una de estas niñas, también nos preguntamos desde qué Mirada edificamos nuestras relaciones valores: ¿En qué medida nuestras relaciones son significativas? ¿Escuchamos al otro con hondura? ¿Qué sentido tiene el regalo que le ofrecemos al otro? ¿Es importante hacer muchas actividades con el otro, ir de un lado para otro visitando muchos lugares, o indagar qué le hace feliz? Estas son algunas de las reflexiones que estas niñas nos Regalan a nosotros, los occidentales. 

Un saludo, Mercè Godó.

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