Carles González

Recuerdo con mucho cariño mi experiencia como padrino. Teniendo en cuenta que las niñas de Casa Maín tienen historias horribles a sus espaldas, con las que cargan a diario, el hecho de tener a alguien a miles de kilómetros, que se preocupa por ellas y quiere saber cómo se encuentran, es un gran apoyo. La figura de la madrina/padrino puede ayudar a desmontar la idea que tienen esas niñas de las personas adultas que las dañaron.

Gracias al intercambio de cartas que hace Cooperand, el apadrinamiento va más allá de una simple transferencia de dinero, ya que permite mantenerte en contacto con tu ahijada y que os conozcáis mejor. Se crea un vínculo entre los dos, ya que os ponéis cara, conocéis vuestros gustos, compartís vuestra vida…. En mi caso, he tenido la posibilidad de conocer en persona y visitar, a la que fue mi ahijada, en varias ocasiones en las que fui de voluntario a Bolivia. Además, con el permiso de las Sores, pudimos compartir un desayuno y un paseo por Santa Cruz. Ella es mayor de edad y está fuera del Hogar, pero, de vez en cuando, nos seguimos escribiendo.
Por todo esto, animo a las personas a que se sumen a la Cadena de Padrinos de Cooperand.
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