María Creixell - 2014


Una experiencia inolvidable, enriquecedora y de auto-aprendizaje. Así resumiría mi viaje a Bolivia durante el mes de julio. Lo primero agradecer la organización. El proyecto me pareció muy bien estructurado y todo muy coordinado entre los responsables del centro y del proyecto, los educadores y con los voluntarios. Reconozco que no te haces la idea exactamente de lo que es hasta que no llegas pero la buena acogida de todo el mundo en el hogar me ayudó muchísimo a adaptarme a todo rápido e intentar colaborar en todo lo que podía. También creo que un mes se hace muy muy corto. Cuando empiezas a ver cómo implementar algunas actividades o talleres ya casi es la hora de volver porque es cuando entiendes bien y te adaptas completamente al funcionamiento de los hogares.

Como aspectos positivos destacaría en primer lugar el cariño de todo el mundo. De los chicos en los hogares, los educadores, coordinadores, responsables de los distintos hogares... para mi la sensación era de estar en una gran familia. Como los llamo, mi familia boliviana. También aprendes mucho de los educadores, coordinadores, psicólogos etc. a tratar con los chicos y es muy enriquecedor cuando te toman confianza para contarte sus dudas o sus preocupaciones y ves como puedes ayudarles aunque sea un poquito, sobretodo gracias a la implicación que los coordinadores y responsables del centro hacen con los voluntarios.

Para mi fue muy útil poder participar en las reuniones de coordinación semanal. Me parece un punto clave del hogar el que compartan las decisiones y los problemas de la semana con todo el personal, permanente o temporal, pues ayuda a ir todos a la una e intentar hacer lo mejor para los niños y niñas del hogar.

Por otro lado, con algún educador me costó un poco más entrar y que me tomaran en confianza. Al final, en cambio, contaban conmigo como una educadora más. Quizás también tuve la suerte o el reto de ejercer como educadora con el grupo de los grandes durante una semana. Fue duro al principio pero muy gratificante ver que al final se implicaban en las actividades que se programaban y se pensaban para ellos. Además, con otros educadores sí tuve mucha confianza y pudimos organizar actividades juntos, planear celebraciones de cumpleaños, juegos para los chicos, etc. Lo principal que me queda de Patio don Bosco es que es como la Casa de la Alegría. Un sitio dónde todo el mundo es bienvenido y se acoge a todo el mundo como una familia. Todos cuidan de todos y son como hermanos/padres/madres/primos...

Lo que me faltó en Bolivia es principalmente tiempo y saber las condiciones o las posibilidades de actividades del hogar, aunque eso cambia continuamente.

En Andorra, me gustaría que hubiera más opciones para el voluntariado. Los horarios y condiciones de Cruz Roja y Caritas son bastante limitadas, aunque la experiencia, en mi caso en el comedor social, fue interesante y quiero intentar mantenerlo. Estaría bien colaborar con niños o jóvenes, pues son el principal objeto de los proyectos en Bolivia.

A los próximos voluntarios les diría que intenten viajar el máximo de tiempo, si es para probar un mes y medio, y si lo han hecho antes y les gusta dos meses o más. También ser conscientes de que no vas a arreglar todos los problemas de los chicos pero colaboramos con los coordinadores, responsables de los centros, del proyecto, educadores, etc. puedes poner un granito de arena; o, por lo menos, hacer que los chicos puedan vivir como niños y no tengan que preocuparse de sus problemas porque tienen una familia en el hogar que se preocupa de ellos y de los conflictos que puedan surgir.

Personalmente, me encantaría volver e intentar desarrollar un proyecto más a fondo en Patio don Bosco. Se quedaron todos en mi corazón y sería un honor y un gran placer poder transmitir algo de lo que he aprendido en estos años a los chicos y poder hacerlo con cierta continuidad.

Volvería hoy mismo!






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